El pan low cost

12.02.2013 21:08

El pan 'low cost' sigue con su avance con la apertura de un nuevo establecimiento en Lliria Y  está generando "preocupación" en los comercios habituales que alertan de futuros cierres y despido de personal. El Gremio de panaderos del municipio ha recibido comunicación de la asociación provincial de una posible apertura de un establecimiento en una céntrica calle de la localidad de una sucursal de pan a veinte céntimos, una cadena que ya está operativa "en los municipios de Quart de Poblet, Torrent, Gandia i Vilamarxant con establecimiento propios, así como en hornos alquilados a Paterna, Silla y Torrent",

Esta actividad que está siendo muy bien recibida por los vecinos, no está siendo tan aplaudida por los hornos de estas zonas. "Está causando que muchas familias que se ganaban la vida con este negocio de manera tradicional, tengan serios problemas para competir con este precio". Esta implantación conducirá a medio plazo "al cierre y despido de personal".

Hay que reconoce que este tipo de hornos son "atractivos para los bolsillos familiares" pero "comienzan a ser un problema para la subsistencia del comercio tradicional de la localidad y de los puestos de tabajo que mantienen con su actividad".

Esta guerra de los panes y los precios empezó en poblaciones como Ribarroja, Quart de Poblet o Torrent donde la venta de barras de pan en estos establecimientos se ha disparado con ventas de hasta 40.000 barras de pan diarias. Las colas avalan su éxito. Los detractores alegan que es imposible producir pan a veinte céntimos si no es con pérdidas, aunque esto sólo lo puede dilucidar la contabilidad interna de cada establecimiento. Algunos expertos hablan de que el coste de fabricar una barra de 190 gramos, entre gastos energéticos y laborales, roza ya los 40 céntimos.

A estas quejas se suman las de los panaderos tradicionales de estas zonas que reconocen pérdidas de clientes y de una cuarta parte de sus ventas habituales.El promotor del pan low cost despierta la ira y el recelo de sus compañeros de profesión. La mayoritaria Federación Gremial y Empresarial de Panadería (Fegreppa), a la que José Navarro perteneció durante dos décadas, ha expulsado al artesano por “competencia desleal”. “Ha desarrollado malas prácticas al vender a pérdidas”, justifican. El presidente de esta organización, Baltasar Vicente, admite que la iniciativa de Navarro de comercializar barras de pan a 20 centimos “pone en peligro” a un sector que emplea a 5.000 personas.

Ante estas afirmaciones el señor navarro mantiene que la producción de barras de pan a 20 céntimos surge de un proceso de investigación de tres años y que resulta “imposible” acusarles de vender por debajo de coste, una práctica irregular pero difícil de comprobar sin acceder a los libros internos de contabilidad de la empresa. Además, el círculo de Navarro dice disponer de información “de primera mano” que probaría las presiones a sus proveedores para la retirada del suministro y obstaculizar el abastecimiento de pan. Dos harineras habrían dejado de operar con Navarro por este motivo, según la empresa.


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